jueves, 19 de diciembre de 2019

(72) Las Beguinas, el Beguinaje

Las beguinas eran una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que dedicaban su vida a la ayuda a los desamparados, enfermos, mujeres, niños y ancianos, y también a labores intelectuales. Organizaban la ayuda a los pobres y a los enfermos en los hospitales, o a los leprosos. Trabajaban para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para casarse.

Organización

No había casa-madre, ni tampoco una regla común, ni una orden general. Establecían sus viviendas cerca de los hospitales o de las iglesias, en sencillas habitaciones donde podían orar y hacer trabajos manuales. Cada comunidad o beguinaje era autónoma y organizaba sus propia forma de vida con el propósito de orar y servir como Cristo en su pobreza.
Una carta de 1065 menciona la existencia de una institución similar al beguinaje en Vilvoorde (Bélgica). Desde el siglo XII, el movimiento se difundió rápidamente desde la región de Lieja a Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, Polonia y Austria. Algunos beguinajes, como los de Gante y Colonia, llegaron a contar con miles de integrantes. El extenso renacimiento religioso que originaron los beguinajes generó sociedades similares para los hombres, los begardos.
Nombre

Sobre el origen de los nombres beguina y begardo hay varias hipótesis:

Por Lambert le Bègue, sacerdote de Lieja quien habría fundado la asociación. Fue crítico de las costumbres del clero, traductor de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas de Pablo, autor de Antigraphum Petri. Acusado de herejía, murió en 1180, después de haber fundado una iglesia y claustro para viudas y huérfanos de los cruzados en su pueblo nativo. El apelativo le bègue significa en francés "el tartamudo".

Deriva de beghen en flamenco antiguo, con el sentido de pedir (pedir al orar o tal vez peyorativamente, pese a que en realidad nunca fueron mendicantes).

Por Bega, santo patrón de Nivelles, donde, según una dudosa tradición, se estableció el primer beguinaje.

Por el hábito de color beige de lana burda, parecido al de los «humillados» de Italia.
Decadencia

La condena de Margarita fortaleció a los enemigos de las beguinas. A instancias del Papa Clemente V, en 1312 el Concilio de Vienne las condenó. Decretó que "su modo de vida debe ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios". En 1321, Juan XXII mitigó esta sentencia y permitió que las beguinas continuaran con su estilo de vida, ya que "habían enmendado sus formas".

Posteriormente, las autoridades eclesiásticas tuvieron frecuentes roces con las beguinas y begardos. Durante el siglo XIV, los obispos alemanes y la Inquisición condenaron a los begardos y emitieron varias bulas para someterlos a la disciplina papal.

El 7 de octubre de 1452, una bula del papa Nicolás V fomentó el ingreso de las beguinas en la orden carmelita. En 1470, Carlos el temerario, duque de Borgoña, decretó que gran parte de los bienes de las beguinas pasaran a manos de las carmelitas. Se presionaba a las beguinas de muchas maneras para ingresar en una comunidad de monjas o disolverse. En el siglo XVI la desconfianza en las beguinas creció, pues frecuentemente se unieron a la Reforma, especialmente al anabaptismo.

En el siglo XVIII, se tomaron más medidas para frenar a las beguinas.
La última beguina del mundo

El 14 de abril de 2013, murió en Kortrijk (Bélgica) la hermana Marcella Pattyn, a los 92 años. Era la última representante de este movimiento religioso surgido en la Edad Media. Había nacido en el Congo belga en 1920 y era ciega. Estudió en la escuela de ciegos de Bruselas y a los 20 años intentó ingresar en un convento pero ninguna la aceptaba. Le acogieron las beguinas de Sint Amandsberg en Gante, una comunidad de 260 mujeres. Tenía 20 años cuando ingresó en la comunidad. Trabajó atendiendo enfermos. Posteriormente se mudó al beguinaje de Kortrijk con otras ocho mujeres. Fue la última superviviente.


Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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