viernes, 15 de noviembre de 2019

(10) Arnau d'Amalric, el Monje

Polémico monje cisterciense, por los acontecimientos de la cruzada contra los cátaros , antes fue Abad del Monasterio de Santa María de Poblet, tras este cargo se le asignó el de Abad de Citeaux.

Valiosa aportación como hombre de armas en la batalla de “Las Navas de Tolosa” contra los almohades, junto a relevantes personajes, rey Pedro el Católico, Alfonso VIII de Castilla o el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximéz de Rada.



El papa Inocencio III, convoca la cruzada pacífica contra los cátaros, para lo cual son designados su legado papal Arnau Amalric, y doce relevantes eclesiásticos, encargados todos ellos de la predicación hacia los cátaros implicados en esta herejía, y sus seguidores, pero el mandato del papa, no fructifica en absoluto, por lo que Inocencio III se impacienta, quedando profundamente desilusionado, viendo como los cátaros siguen progresando en el camino herético que él intentaba atajar de forma pacífica.

Por el fracaso de la prédica, de los citados eclesiásticos a los cátaros, Inocencio III se decide emplear las armas, tal decisión se produce, tras el asesinato de su legado Pere de Castellnou, poniendo al frente de la cruzada a su legado Arnau Amalric.

Se concentran las tropas comandadas por Arnau Amalric, a orillas del río Roine, el día de San Juan del año 1209, en Montpelier se concierta una entrevista entre Amalric y el vizconde Ramón Roger Trencavell, ofreciendo la rendición de este y la entrega de la plaza, sin resultado alguno, al ser rechazada la propuesta, por lo que continua el avance de las huestes de Arnau Amalric hacia Carví, cerca de Agen.

Llega el ejército cruzado frente a Beziers el 22 de julio del año 1209, exigiendo Amalric la rendición de la ciudad y la entrega de 222 cátaros , condición por la cual Beziers no sufriría daño alguno, a lo que sus habitantes rechazan de plano, diciendo “antes nos dejaríamos ahogar en la mar salada, antes de consentir tales proposiciones, preferimos morir herejes que vivir cristianos”.

Amalric, pone sitio a Beziers, a fin de rendir por hambre a los cátaros , sucede que un grupo de estos cátaros responden a los insultos de los cruzados, por lo que de una manera imprudente, abren la puerta de la ciudad y salen al campo a combatir contra los que les insultaron, pronto algún jefe se dio cuenta de la equivocación, ordenando a sus hombres el regreso a Beziers, lo que provocó el pánico y una retirada desordenada, precipitándose hacia la puerta de la muralla, que, perseguidos por los cruzados, no pudieron cerrar a tiempo, pero sí lanzarles toda clase de proyectiles y aceite hirviendo desde la almenas, no pudieron evitar que las tropas de Amalric entrasen en la ciudad cátara, arrasándolo todo y pasando a cuchillo a todos los que encontraban por delante, sin respetar viejos, mujeres o niños. Tras apoderarse del botín, de las iglesias y casas particulares, incendiaron la ciudad. Se dice que tan violento fue el incendio, que las campanas de las iglesias se fundieron, y los cadáveres, quedaron reducidos a cenizas. Se calcula en unos 20.000 los asesinados en Beziers.

Preguntándole a Arnau Amalric, cómo podían identificar a los cátaros de los que no lo eran, es entonces cuando pronunció la conocida y terrorífica frase…”Matadlos a todos, que Dios ya reconocería a los suyos”.
Arnaldo es célebre por serle atribuida la frase «¡Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos!» («Caedite eos. Novit enim Dominus qui sunt eius.»), pronunciada durante el sitio de la ciudad francesa de Béziers, en julio de 1209, en la cruzada albigense.

Cesáreo de Heisterbach, monje de la Orden del Císter, fue el primero en atribuirle la frase a Arnaldo Amalric, treinta años después de finalizada la cruzada albigense en su Dialogus miraculorum; si bien Cesáreo, que normalmente hacía constar sus fuentes, en este caso precede la cita con un dubitativo «se cuenta que dijo» («fertur dixesse»). La frase se hace eco de los pasajes bíblicos de la Segunda epístola a Timoteo 2:19 y del libro Números 16:5, lo que por otra parte hace más probable que la frase provenga de un eclesiástico educado.

Amalric, acto seguido se dirigió hacia Carcasona, que a pesar de su doble muralla y las imponentes defensas con que contaba, fue rápidamente conquistada, en primer lugar por la traición de un hombre de confianza de Trencavell, que abrió la puerta a los cruzados, y por la poca resistencia que ofrecieron los cátaros. Visto el salvajismo empleado con la ciudad de Beziers, Carcasona siguió el mismo camino, degolla general, saqueo e incendio del castro, y haciendo prisionero a Trencavell.

Inocencio III, envió una carta a Arnau Amalric  lamentando el horroroso final de todos estos habitantes, diciendo que “Había mandado hacer la caza de los herejes cátaros , pero nunca hablé de matarlos”. Se tienen dudas sobre tales aseveraciones papales, ya que las intenciones de Inocencio III, eran acabar con la herejía cátara al precio que fuera necesario.

Amalric deja el cargo de legado papal, pasando a Pere de Benavent, también se queja en una carta dirigida al rey Luis VIII de Francia, que una vez los cruzados se ausentaban de los lugares de lucha los cátaros volvían a sus lugares de asentamiento.

Arnau Amalric, tras los éxitos de los cruzados, quiso nombrar un nuevo vizconde de Beziers y Carcasona, poniendo en duda que alguien quisiera obtener tal título, pero se equivocaba, puesto que si fue aceptado por Simón de Montfort, señor de Montfort-l’Amaury.

Arnau Amalric tras su particular cruzada contra los cátaros, fue nombrado Abad General del Cister, cargo que ocupó hasta su muerte, acaecida en la Abadía de Fontfreda, el día 26 de septiembre del año 1.225.


Fuentes: Wikipedia, loscataros.com, Afm Elierf
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