ORDEN MONÁSTICA CATÓLICA
Parte Primera
Lugar de fundación: Abadía de Citeaux
Siglas: O. Cist
Superior General: Abad general Mauro Giuseppe Lepori
Nombre latino: Ordo Cisterciensis
La Orden cisterciense (en latín: Ordo Cisterciensis, O.Cist.), igualmente conocida como orden del Císter o incluso como Santa orden del Císter (Sacer Ordo Cisterciensis, S.O.C.), es una orden monástica católica reformada, cuyo origen se remonta a la fundación de la Abadía de Císter por Roberto de Molesmes en 1098, que sigue siendo la sede central de la Orden del Císter y se encuentra ubicada donde se originó la antigua localidad romana Cistercium, próxima a Dijon, Francia, en la comuna de Saint-Nicolas-lès-Cîteaux, del departamento de Côte-d'Or de la región de la Borgoña. Esta abadía fue llamada Novum Monasterium por Roberto de Molesmes para diferenciarla del monasterio de Molesmes, de donde procedía.
La orden cisterciense desempeñó un papel protagonista en la historia religiosa del siglo XII. Su influencia fue particularmente importante en el este del Elba donde la orden hizo «progresar al mismo tiempo el cristianismo, la civilización y el desarrollo de las tierras».
Como restauración de la regla benedictina inspirada en la reforma gregoriana, la orden cisterciense promueve el ascetismo, el rigor litúrgico dando importancia al trabajo manual. Además de la función social que ocupó hasta la Revolución francesa, la orden ejerció una influencia importante en los ámbitos intelectual o económico, así como en el ámbito de las artes y de la espiritualidad.
Debe su considerable desarrollo a Bernardo de Claraval (1090-1153), hombre de una personalidad y de un carisma excepcionales. Su influencia y su prestigio personal hicieron que se convirtiera en el cisterciense más importante del siglo xii, pues, aun no siendo el fundador, sigue siendo todavía hoy el maestro espiritual de la orden.
En nuestros días, la orden cisterciense está formada por dos órdenes diferentes. La orden de la «Común Observancia» contaba en 1988 con más de 1300 monjes y 1500 monjas, repartidos respectivamente en 62 y 64 monasterios. La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también llamada O.C.S.O., comprende hoy en día cerca de 2000 monjes y 1700 monjas, comúnmente llamados trapenses porque provienen de la reforma de la abadía de la Trapa, repartidos en 106 monasterios masculinos y 76 femeninos. Las dos órdenes cistercienses actualmente mantienen vínculos de colaboración entre ellas.
Su hábito es túnica blanca y escapulario negro, retenida por un cinturón que se lleva por debajo; el hábito de coro es la tradicional cogulla monástica, de color blanco. De hecho, se los llamó en la Edad Media «monjes blancos», en oposición a los «monjes negros» que eran los benedictinos. También es frecuente la denominación «monjes bernardos» o simplemente «bernardos», por el impulso que dio a la orden Bernardo de Fontaine.
Aunque siguen la regla de san Benito, los cistercienses no son propiamente considerados como benedictinos. Fue en el IV Concilio de Letrán en 1215 cuando la palabra «benedictino» apareció para designar a los monjes que no pertenecían a ninguna orden centralizada por oposición a los cistercienses.
HISTORIA
Antecedentes de la orden cisterciense
En Occidente, en el cambio entre el siglo XI y el siglo XII, eran numerosos los cristianos que buscaban «nuevas vías de perfección» espiritual.
La Regula Sancti Benedicti fue también, a finales del siglo xi, una formidable fuente de inspiración para los movimientos que se esforzaban en buscar la perfección espiritual al conjugar el ascetismo y el rigor litúrgico rechazando la ociosidad en contraposición al trabajo manual. Como la Orden de Grandmont o la Orden Cartuja, fundada por San Bruno en 1084, la Orden Cisterciense estuvo marcada en su nacimiento por la necesidad de reforma y la inspiración evangélica, de la misma forma que la experiencia de Robert de Arbrissel, fundador de la Orden de Fontevraud en 1091, o la eclosión de los capítulos de canónigos basados en la regla de San Benito.
La forma de vida cisterciense comenzó a fraguarse con la fundación de la abadía de Notre-Dame de Molesmes por Roberto de Molesmes en 1075, en la región de Tonnerre. Roberto de Molesmes había nacido en Champaña y estaba emparentado con la familia Maligny, una de las más importantes de la región. Comenzó su noviciado a la edad de quince años en la abadía de Moutiers-la-Celle, en la diócesis de Troyes, donde llegó a ser prior. Imbuido del ideal de restauración de la vida monástica tal como fue instituida por San Benito, abandonó el monasterio en 1075 para ponerlo en práctica. Compartió la soledad, la pobreza, el ayuno y la oración con siete ermitaños, cuya vida espiritual dirigió. Se instalaron en el bosque de Collan, o Colán, cerca de Tonnerre. Gracias a los señores de Maligny, el grupo se estableció en el valle del Laignes, en la localidad de Molesmes. Adoptaron reglas similares a las de los camaldulenses,». combinando la vida comunal de trabajo y el oficio benedictino con el eremitismo.
Esta fundación fue un éxito. La nueva abadía atrajo a numerosos visitantes y donantes, religiosos y laicos. «Quince años después de su fundación, Molesmes se asemejaba a cualquier abadía benedictina próspera de su época». Pero las exigencias de Roberto y de Albéric fueron mal aceptadas. Se produjeron divisiones en el seno de la comunidad. En 1090, Roberto, con algunos compañeros, decidió alejarse durante un tiempo de la abadía y sus disensiones, estableciéndose con algunos hermanos en Aulx para llevar una vida de ermitaño. Sin embargo, fue obligado a regresar a la abadía que dirigía en Molesmes.
Sabía que no conseguiría satisfacer su ideal de soledad y pobreza en Molesmes donde los partidarios de la tradición se oponían a los de la renovación. Por ello, Roberto obtuvo la autorización de Hugues de Die, legado del Papa, y aceptó un lugar solitario ubicado en el bosque pantanoso de la baja región de Dijon para retirarse y practicar, con la mayor austeridad, la regla de San Benito. El lugar se lo propusieron el duque de Borgoña, Eudes I, y sus primos lejanos los vizcondes de Beaune. Alberico y Esteban Harding, así como otros veintiún monjes fervorosos, lo acompañaban. Se instalaron el 21 de marzo de 1098 en el lugar conocido como La Forgeotte, concedido por Renard, vizconde de Beaune, para fundar allí otra comunidad denominada durante un tiempo el novum monasterium.
Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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