viernes, 15 de noviembre de 2019

Anexo 01: El Castillo de Montségur

Pocas veces en la historia de la humanidad se ha organizado una cruzada tan sanguinaria y cruel, como la sufrida por los cátaros en el entorno por donde se movían.

El castillo de Montsegur (Montségur en francés) está situado en la comuna francesa de Montsegur, en el departamento francés de Ariège, en la cima de la montaña del Pog, de 1207 metros de altura.
Los restos del castillo de Montsegur fueron levantados en el siglo XIII por Guy de Lévis, tras la derrota de los cátaros.
La ciudadela domina todo el valle y es de difícil acceso, hecho que facilita su defensa.


ARQUITECTURA

La torre del homenaje, todavía presenta su cisterna y su sala baja, así como un arco usado como último instrumento de defensa de la torre en caso de ser atacado el castillo. Actualmente no existe ninguna comunicación entre el castillo y la torre del homenaje. En el momento del solsticio de verano, cuatro arcos dejan pasar los primeros rayos del sol, atravesando de parte a parte la torre del homenaje.

HISTORIA

La montaña del Pog probablemente estuvo habitada desde mucho antes de la llegada de los cátaros, ya que está horadada de grutas y sepulturas que lo testimonian. La construcción del castillo se inició en el 1204 por Ramón de Pérella, señor del lugar.

Tras la derrota de Muret en 1213, el obispo cátaro de Tolosa, Guilhabert de Castres, se refugió en el castillo. El 1241, a petición del rey de Francia, Luis IX, el conde Ramón VII de Tolosa emprende el asedio del castillo que, probablemente sin combate, finaliza en fracaso.

Siendo propiedad de la hermana del conde de Foix Raimundo Roger I, Esclaramunda, se refugiaron algunos cátaros que participaron en el año 1242 en la matanza de los inquisidores de Avignonet, encabezados por Pierre-Roger de Mirepoix.

En mayo de 1243, el senescal de Carcasona, Hugues des Arcis, emprendió el definitivo asedio del castillo. Tras diez meses, y como consecuencia de la traición de montañeses de la región, Ramón de Péreille y Pierre Roger de Mirepoix empezaron la negociación que llevaría a la rendición del lugar. Los vencedores dieron quince días de plazo a los vencidos para abandonar el castillo, pudiendo optar entre la abjuración de su fe y la hoguera.

Finalmente, una pira gigantesca consumiría los cuerpos de 210 mártires. Hoy el lugar es recordado con una estela al estilo medieval en el Camps des cremats que recuerda a los inmolados con el epitafio:

"Als catars, als Martirs del Pur Amor Cristian"

La leyenda asegura que los quince días de tregua permitieron finalizar la formación espiritual de las personas reunidas dentro de las paredes del castillo. Las personas nobles, los soldados y los mercenarios de la guarnición fueron liberados y requeridos por la Inquisición, conforme a los acuerdos hechos en el momento de la capitulación.

El castillo pasó a ser propiedad de Guy de Lévis, antiguo compañero de Simón IV de Montfort, quien edificó una nueva ciudadela de la que provienen los restos actuales.
EL SITIO AL CASTILLO

En mayo de 1243, el senescal de Carcasona, Hugues des Arcis, emprendió el definitivo asedio del castillo. Tras diez meses, y como consecuencia de la traición de montañeses de la región, Ramón de Péreille y Pierre Roger de Mirepoix empezaron la negociación que llevaría a la rendición del lugar. Los vencedores dieron quince días de plazo a los vencidos para abandonar el castillo, pudiendo optar entre la abjuración de su fe y la hoguera.

Finalmente, una pira gigantesca consumiría los cuerpos unas doscientas personas. Los nobles, los soldados y los mercenarios de la guarnición fueron liberados y requeridos por la Inquisición, conforme a los acuerdos hechos en el momento de la capitulación.
El lugar es recordado con una estela.

El castillo de Quéribus, el punto final.
En 1255, los hombres del rey de Francia ocuparon este castillo, que había seguido acogiendo a creyentes cátaros. Con esta conquista terminaron las campañas militares contra los albigenses.

Cuenta la leyenda que en el año 1321, el último cátaro de de Occidente, Guilhem Belibasta, pronunció la siguiente profecía antes de morir en la hoguera: «Después de seiscientos años, el olivo volverá a reverdecer sobre las cenizas de los mártires», vaticinio que ha inspirado durante muchos años una visión romántica del catarismo. Sin embargo, estas palabras no se encuentran en los documentos de la época; en realidad, el texto pertenece a un poema occitano de August Teulié titulado Mountsegur y publicado en 1905. Éste es uno de los muchos mitos del catarismo, la mayoría de los cuales nació durante el siglo XIX. Aparecieron en una época marcada por la interpretación esotérica de la historia de los cátaros que se realizó en el marco del movimiento felibre. Lo formaron escritores provenzales para proteger y cultivar la lengua occitana, que se hablaba en la Francia meridional, la antigua Occitania (y de la que el provenzal era una variante). Los felibres veían en el catarismo un símbolo de la identidad de esta región, cuya cultura e historia se proponían recuperar. Y es que fue allí, en el sur de Francia, donde en el siglo XII arraigó aquel movimiento herético.

EL SANTO GRIAL DE LOS CÁTAROS

En la Edad Media, los cátaros como cualquiera de las religiones existentes, tenían sus leyendas, mitos y creencias más o menos reales o inventadas, por medio de las cuales reforzaban su espiritualidad.

En este sentido la religión cristiana, la llamada entonces católica, prevalecía como la verdadera, dominante en toda la Edad Media, contrapuesta en muchos de los aspectos a la creencia de los cátaros, por lo que en oposición a ella, y como ideología frente al poder de la Iglesia romana, los cátaros aparte de las ideas puristas en lo social, chocaban frontalmente por la evidente relajación moral católica de la época.

Aparte de la controversia religiosa de los cátaros, en aquellos tiempos, pensaban al mismo tiempo en la autenticidad del tan controvertido “ Santo Grial ”, como el mito más clásico y poderoso de la Edad Media.
Por lo tanto los cátaros al igual que otras muchas sociedades, se empeñaron en la búsqueda del Grial, como cosa propia, creyendo como tantos otros, ser los verdaderos poseedores de tan preciado cáliz de la Última Cena.

Los historiadores han dividido los relatos del Grial en cuatro ciclos: El primero corresponde a “Perceval” de Chetién de Troyes hasta el año 1180; El segundo en la “Estoire dou Graal” de Robert de Boron, que se extiende hasta 1190; El tercero es de “Perlsvaus”, que termina en el año1200; Y el cuarto se trata del conocido “Parsival”, de Wolfran von Eschenbach, concluido este ciclo en 1210. más modernamente se convirtió en “Queste du Graal” versión cristianizada del Grial .

El “ Santo Grial ”, no necesariamente ha de ser una copa o cáliz, se podría representar como una piedra preciosa u otra forma de vasija. Varios historiadores más clásicos, sitúan el Grial en tierras de Manes, fundador del manierismo, dios doméstico de los romanos, incluso hay autores que dicen proceder de los antiguos celtas; el caso es que los cátaros y siempre según la leyenda, también se atribuyen su posesión.

Más cercano a nuestros tiempos el Grial se entromete, como anteriormente se ha dicho, en las leyendas del círculo artúrico, toda una extensa literatura sobre los caballeros de la Tabla Redonda, donde Perceval tras mil aventuras, se encuentra frente al Castillo del Santo Grial , guiado por el Rey Pescador, un tullido que le indica el lugar donde se encuentra el referido Grial , donde tras una extraordinaria luminosidad, Perceval puede ver el codiciado Grial , quedando dormido extrañamente, al despertar el Grial ha desaparecido, consultando con un hechicero toda su rara aventura, llena de incógnitos secretos difíciles de entender, como por ejemplo la espada sangrante, la soledad del Castillo del Grial , las amazonas enemigas de cualquier hombre, un sinfín de hechiceros, todo ello recogido en la Edad Media y en especial por los cátaros , creando unas historias epopéyicas donde al Grial se le atribuyen toda clase de prodigios, que a sus poseedores les puede proporcionar inmensos poderes.

Sea como fuere, el Grial es considerado de raíces británicas y occitanas, ya desde los tiempos de la dinastía Plantagenet, enlazándolo con las cruzadas en Tierra Santa, por lo que se le relaciona con un personaje llamado Montsalvatge, junto con el legendario Wolfram y el Castillo del Grial , que al ser el nombre de Montsalvatge claramente occitano, se le sitúa al Grial en el país de los cátaros, con sus poderes cabalísticos, por lo que resulta un tesoro anhelado por hombres y mujeres.

Esta singular cábala atribuida al Grial es introducida en muchas de las religiones existentes, hinduista, budista… entre las más importantes. Se irá introduciendo en la conciencia, y transformándola, se conseguiría la proyección del espíritu fuera del cuerpo, en una especie de reencarnación o “tiferet”, siendo tal proceso muy similar a la creencia de los cátaros , cuya sublimación desembocaba en una “impecabilidad” así como la metempsicosis (reencarnación) propia de la religión cátara.

A causa del fervor religioso de la Edad Media, que veía en los objetos de culto la representación de Dios, se crearon numerosísimas reliquias, imágenes, que todo el mundo pretendía poseer como algo exclusivo, los vemos en el caso de la astilla de la cruz de Jesucristo, que cada iglesia del mundo cristiano aseguraba obtener; de ser ello cierto, y reuniendo todas las “verdaderas” astillas, se podrían construir cincuenta cruces.

En este aspecto con el Grial ocurre algo parecido, todos dicen haber poseído el famoso cáliz, el Grial español de la Catedral de Valencia, asegurándose que el papa Sixto II se lo entregó al diácono Lorenzo, el cual lo depositó en su Huesca natal, tras las Reconquista de aquella zona, hasta que el obispo Auduberto se hizo cargo, escondiendo el Grial en el Monasterio de San Juan de la Peña, de donde a mediados del siglo XIV el rey Martín el Humano se hizo con el Grial , trasladándolo a la Aljafería de Zaragoza, volviendo a Valencia por expreso deseo de Alfonso el Magnánimo.

Como tantos otros, la legitimidad en la posesión del Grial fue atribuida a los cátaros , los cuales tras la derrota de Montsegur, quisieron protegerlo, llevándoselo y escondiéndolo en algún lugar de los Pirineos, secreto de su emplazamiento se lo llevan a la tumba los Buenos Hombres implicados en su escondrijo.

Después, la leyenda se encarga de asegurar que el Santo Grial fue posesión de los cátaros, junto con el supuesto tesoro, que como aquel nunca fue encontrado, a pesar de que numerosos científicos, y buscadores de tesoros organizasen investigaciones en todos los lugares que supuestamente se debía encontrar el tan preciado Grial.


Fuentes: Wikypedia, Afm Elierf, National Geographic, loscataros.com
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